jueves, 26 de mayo de 2016

La pila de mono

Más de cinco siglos plantada en medio de una plazoleta, surtiendo de agua a las lavanderas, a las palomas, mojando el paladar de quienes van a conversar a su alrededor… Es un cliché turístico para muchos visitantes de la capital ir a ver la réplica del Mono de la Pila o la Pila de Mono en la carrera 8 con calle 20, dos cuadras abajo al oriente de La Esquina de la Pulmonía, una cuadra hacia el sur de la Brigada Militar, una cuadra al occidente de la catedral Santa Clara la Real o una cuadra al oriente por la calle 20 de la Plaza de Bolívar de Tunja.



En un rectángulo no muy amplio se empotra un pila de agua que casi siempre esta vacía pero hoy esta llena y en el medio se erige el pequeño hombre tallado en piedra, replica del original, símbolo y dios del silencio.
El lugar si aparece callado hasta que llegan varias personas a tomarse fotos, o pasan tres mujeres indiferentes por el lado hablando de sus vidas, una pareja de novios sentada en el borde besándose, a tres metros de la pila están dos negocios de comidas para ejecutivos que llegan carcajeándose y hablando fuerte.



Yo sólo puedo ver que la estatua no emite, no genera ningún tipo de respeto o de recuerdo ni siquiera un poco de admiración por el simple arte. Por otro lado porque la creencia popular del: Yo me quejo, tú te quejas, él se queja, nosotros nos quejamos, ellos se quejan, todos se quejan: ¿En dónde? Pues en la “pila del mono”… se supone que se va a hacer silencio no a quejarse, un monumento que a la luz de la realidad práctica y actual no tiene ningún sentido pero que en el fondo guarda historias y místicos significados esa es la pila del mono.





La estatua que actualmente se observa en esta plazoleta no es original, pues fue dañada en 1872, y desde el año 1915 la copia, se posa como un símbolo al silencio, diagonal a la casa del escribano Juan de Vargas en Tunja.

Cuando se pasa por delante de la pila del mono la tradición dicta, reza o exhorta: guardar silencio, por lo menos eso se cree popularmente, pero según algunos de los visitantes, “allá se va es a echar chisme”.
A hablar con la novia, a tomarse un café o a almorzar, hablar de política, economía, paro agrario, a tomar fotos, en las noches se fuma marihuana, en fin se va a hacer de todo menos a guardar silencio. Cabe aclarar que en algún tiempo de la historia, sin embargo, esa tradición se respetaba.

Preguntándole a varios visitantes de este lugar “sagrado” el escepticismo es enorme: escasamente creen y practican la religión católica, mucho menos pueden creer en dioses populares.



Lo anterior se pudo concluir cuando preguntamos si sabían quién era el hombrecito encima de esa pila y si sabía que era un dios según creencias populares, al final todos se burlaron o rieron cuando se les preguntó que si creían en ese dios o si respetaban la tradición de guardar silencio frente o alrededor de él.